El Baile y el salon


En Sovietilandia la gente simplemente es diferente. Mientras en México y gran parte del mundo bailar es la herramienta de atracción más socorrida en antros y fiestas, en Sovietilandia las cosas no son tan fáciles.

El baile, como medio para llegar al arrimón, de ahí a los besos y luego a lo demás, sin tener que pasar por tanto cotorreo, es sin duda la técnica más popular, aplicada tanto por seres humanos como animales, latinos como gringos, negros como blancos. Claro, cada grupo tiene su estilo.

Así, por ejemplo, mientras no entendemos que hacen los chinos, los de Escandinavia se caracterizan por guardar su distancia, los gringos por su clásico rebote o bounceo (una o dos manos al aire mientras se flexionan las rodillas al ritmo del hip hop), y los latinos por sus sutiles arrimones con ritmo y sensualidad.

En Sovietilandia, sin embargo, las cosas no son así. El arrimón solo es permisible tras un extenso uso de la cartera o, aunque con menos frecuencia, horas de verbo. La razón, una vez escuchada, resulta obvia, pero es necesario explicar ciertos puntos antes de llegar a ella: Primero, los rusos están hechos todos con el mismo molde: todos son blancos, no muy altos ni muy chaparros, de ojos claros, güeros, fornidos, feos y por lo general con cara de amargados. En lo que se refiere al aspecto físico, las únicas diferencias se encontrarán en el diseño de los zapatos de cuero blanco (mocasines, puntiagudos, con agujeritos, etc.) y el corte de pelo, que puede ser casquete corto con colita de rata y/o con copete de tintín y/o con cicatrices de la peda. Con esto en mente, resulta evidente que cuando salen a bailar, las mujeres no están en busca de un galanazo, sino de alguien que tenga dinero para invitarles un Cognac o un Champagne.

Segundo, sabiendo que este tipo de hombre es escaso, particularmente debido a que la caída del socialismo trajo consigo el empobrecimiento de la clase media y el enriquecimiento de algunos pocos mafiosos y/o emprendedores, las mujeres ya ni se molestan en buscarlo.
Por ende, cuando salen a bailar, aunque se visten para matar, más importante que lucir su belleza, vestidos, zapatos, etc. es presumir los pasos que estuvieron ensayando toda la semana frente al espejo. Ahora, esto puede ser que pase en todo el mundo y que yo sea el único que lo ignore y por eso fracase siempre al intentar la técnica del baile, pero lo curioso en Sovietilandia es que las mujeres, de las más bellas del mundo mundial (como dicen por ahí) no ejecutan sus pasos en la pista con alguna pareja o siquiera en grupito de amigas, sino que lo hacen frente al espejo, tal y como lo hicieron media hora antes de salir mientras se vestían.

Sabiendo que alrededor de la pista encontraran, en un 95% de los casos, a hombres desgraciados, sin dinero y probablemente borrachos, prefieren pasar la noche bailando frente a los enormes espejos que adornan los antros de Sovietilandia, peleándose a ratos por estar en primera fila, por tener algunos metros más y así poder hacer alguna pirueta, al tiempo que vigilan que otras no se fusilen sus pasos y velando siempre porque la expresión en la cara sea lo mas parecida a la de sus estrellas favoritas.

Total, la pista se convierte en el escenario de una macarena desordenada donde los hombres no tienen lugar y deben esperar pacientemente a que se cansen o emborrachen, o interceptarlas camino al baño o a la barra. Tal frustración, como en otras latitudes, los motiva a concentrarse en la bebida, si es que no vienen ya bien servidos, y a ver feo a los demás hombres del lugar, buscando cualquier excusa para provocar o recibir nuevas cicatrices que combinen con sus innovadores cortes de pelo.

4 comentarios en “El Baile y el salon

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  2. Muy interesante y divertido relato,. No lo hubiera imaginado, pues, el baile es, en efecto, un ritual en el que dos personas se mueven, o tocan, una frente a la otra (aunque no siempre) para llamar su atención y ganar su simpatía, cuando menos, porque en otras ocasiones es totalmente sensual o hasta sexual.
    Que pena que sean los espejos los ganones frente a tanta guerita simpática. ¿Qué sustituye, entonces, al ritual del baile occidental en Sovietilandia?

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