Phuyin Ti Sungsung

Desde enero de 2015 supe que no podía seguir en ese trabajo. Un ambiente laboral deleznable, una jefa que pide demasiado pero jamás reconoce tu esfuerzo, compañeras que sólo hablan mal de ti; son algunas de las cosas que te hacen saber que ese no es tu lugar.

Después, en septiembre, Sacha Mandinga falleció; dejando con su ausencia miles de pensamientos y preguntas sobre lo que una está haciendo: Sigo trabajando en el Senado ¿para qué?; No me pagan lo que deberían ¿por qué sigo aquí? No valoran mi trabajo… ¿cuándo vas a renunciar? ¿cuánto más aguantarás? ¿aguantar???.

Finalmente ese día llegó un año después. El 11 de marzo de 2016 tuve de nueva cuenta una pelea con la que solía ser mi jefa. La tercera en nuestro haber. Un simple «esa comisión lleva mucho tiempo abandonada», significando «llevas años aquí sin trabajar», hicieron que el cuerpo me explotara y que la dejara hablando sola.

Ya basta.

Me informaron que el 15 de marzo era mi último día de trabajo y -obvio- no me lo informó ella, sino su yerno misógino -a la vez secretario particular porque #nepotismo- fue quien me dio la gran noticia. No pude haber estado más contenta.

He de decir que ya tiene tiempo que le perdí el miedo a no tener chamba. La gente te mete en la cabeza que no importa nada -que te traten mal, que te paguen mal, nada- lo importante es tener trabajo. ¡Patrañas!

Y así, ese día sólo me pregunté a dónde iría. Porque desde el año anterior sabía que necesitaba irme, alejarme de esta gente horrible que, aunque tu tengas las mejores intenciones para con la gente, a ellos no les importa; y con esa facilidad, poco a poco, van matando tus sueños.

Me niego a que maten mis sueños

Por eso viajo; para tratar de encontrar de nuevo mi equilibrio; mis ganas. Para tomar perspectiva y, como se dice constantemente, «ver el bosque».

No tengo ni idea de qué voy a hacer, ni cómo lo voy a hacer. Sólo se una cosa, como dicen en la peli de Noviembre: Yo quiero cambiar este puto mundo. Ahora tengo que ver cómo lo haré, con quién … ¿cómo? ¿por dónde?.

Espero que viajar me abra la mente, me de claridad. Por eso decidí irme lejos, donde no entiendo, donde todo es nuevo, donde también me desentiendo.

El Sureste Asiático será -y ya lo es gracias a Andrei Rostislavovich– mi hogar en estos meses; y entonces ya veremos lo que depara el destino.

A vivir, que la vida es una.

 

6 comentarios en “Phuyin Ti Sungsung

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