Lao (Nombre correcto según me explicaron los pobladores (la S fue un error francés que se quedo ahí) es un país 80% rural. Esto permite que la naturaleza viva feliz y muy tranquila aquí. Todo el norte de Lao es hermosamente verde, no hay un solo hueco en sus montañas, aquí; quienes habitan, son los arboles.
Ya les platiqué sobre «The Gibbon Experience» en la reserva natural de Bokeo, montañas están repletas de bambú gigantes, felices.
Debo confesar que estar trepada a no sé cuantos metros de altura y cruzar por esas tirolesas, admirando la gran vegetación que existe en ese lugar, me hizo llorar.
Yo lloro por casi todo, pero sobre todo cuando algo me impresiona mucho, tanto, que no lo puedo creer y se me sale el sentimiento por los ojos. Fue el caso de cuando vi ballenas en los Cabos, o el mejor cielo estrellado en Cabo Pulmo, o cuando lloré viendo los glaciares en Argentina. Esta fue una de esas ocasiones.
Mis amigos ya saben que lloro por estas cosas y se burlan de mí. Pero aquí estaba con puros extraños, me tuve que contener para que no creyeran que estaba loca. ¿Quien demonios se pone a llorar cuando esta en un lugar tan hermoso?
Pasar la noche en una casa de árbol, solo escuchando los sonidos de miles de aves y quien sabe qué otros animales, fue espectacular.
Todo el norte de Lao es así. Pero no todo es verde; también hay mucho azul.
En Luang Prabang, una de las ciudades norteñas favoritas de los mochileros, se encuentra una cascada maravillosa en la que puedes nadar en agua azul turquesa. Es un lugar mágico, en donde la tierra forma pozas de distintos tamaños, con cascadas, cascaditas, hasta llegar a la gran cascada.
Pero no solo aquí se ve este azul, también en Vang Vieng, la ciudad de la fiesta. Aquí se ubican -además de varias cuevas- lagunas azules. La primera esta repleta de ciudadanos chinos con chalecos salvavidas que, honestamente, es mejor alejarse de ahí. Simplemente no se puede disfrutar. Si le echas más ganas, avanzas sobre un camino empedrado en donde se ven todos los campos de arrozales, muchísimo ganado, los hermosos búfalos de agua y unas montañas rocosas abrazando el paisaje; al final, esta la laguna azul 3. Hermosa e ideal para nadar y relajarse un muy buen rato ahí.
Lao, además, comparte tierra y espacio con el enorme río Mekong. Uno de los ríos más grandes del mundo, pasando por Tailandia, Myanmar, Camboya y Vietnam. Hacer tubbing en este río es unos de los «musts» en Lao.
Al meritito sur de Lao, se encuentran las 4000 islas. Islas que son rodeadas por este gran monstruo del Mekong y que también forma unas cascadas verdaderamente espectaculares.
Ahora, ¿por qué digo que Lao es somnolienta?
Porque al lado de toda esta naturaleza que respira fuertemente, la gente de Lao duerme. Duerme mucho. De hecho, duerme todo el día.
En todos lados, sea en un hostal, un restaurante, una estación de camiones, verás que la gente está durmiendo. Tienes que despertarlos para conseguir cualquier cosa, un agua, un cuarto, la bendita clave del wi-fi, lo que sea.
Esta somnolencia va más allá. El transporte en este país es un verdadero desastre. Para ir de un lugar a otro nunca sabes si te subirás a un solo camión, o a dos, o tal vez a tres. ¡Nadie te dice nada! De hecho, yo llegué a Luang Prabang por error, porque nadie en el camión aviso que ya habíamos llegado a mi destino inicial (Luang Natham) y me seguí y me seguí y me seguí.
Aquí la gente te dice que tu camión llegará en media hora y puedes quedarte esperando por unas dos horas. Las agencias de camiones te dicen que tu trayecto durará 4 horas y en realidad haces 8, porque los conductores paran a cada rato, o por que cambiaste de camión o por que sí.
Se dice que el nombre oficial del país «Lao PDR» que en realidad significa «Lao Please Don’t Rush» y de verdad es algo que aprendes a hacer. Yo tengo tiempo para andar perdiéndolo en camiones, además de que las playas vírgenes mexicanas me han entrenado muy bien en el arte de la paciencia, por lo que no me representó ningún problema.
¿Qué es lo que me parece increíble de este país y su gente?
Que después de haber sido colonizados por los franceses, después de sufrir por 10 años consecutivos los bombardeos diarios por parte de Estados Unidos y después de sufrir un bloqueo económico, otra vez, realizado por EEUUA, esta gente sonríe a veces, es amable a veces y duerme. Descansa.
Tal vez fue muy cansado vivir todo eso.
Tal vez las bombas los dejaron mareados.
Tal vez es que les vale madre.
Esto último es lo que opinó un laosiano con el que tuve el gusto de platicar. Me dijo que todo era más caro en Lao (a diferencia de Tailandia) porque a la gente no le gusta trabajar. Entonces cobran más para trabajar por menos tiempo.
Eso si, las que le chingan todo el santo día son las mujeres. Ellas siembran, cultivan y recogen el arroz, cuidan de sus familias, cocinan, trabajan incluso en la construcción, además de tejer hermosas telas para después venderlas. Ellas también duermen mucho, pero casi siempre trabajan.
Este mismo señor me dijo «Las mujeres están empezando a obligar a sus hijos a trabajar, pero no se dejan, todo es poco a poquito».
Cuando la gente de Lao no está durmiendo, bebe. Y te invitan a beber con ellos, si dices que si.. aguas! porque no te sueltan, y te dan más y más cerveza con hielo hasta que ellos o tu termines en el suelo. Yo solo lo hice por una hora con el señor que les cuento, y lo bueno es que pudimos parar porque teníamos que tomar un camión. En la hora que estuve con el me tomé al menos 9 vasos de cerveza. No se puede decir que ya no quieres más.
Así es la somnolienta y mágica Lao. Vive entre sueños pero sigue avanzando, poco a poquito, quitándose las lagañas.