En el camino de regreso de Langkawi a Phuket anclamos en Koh Rok, una isla paradisíaca donde la visibilidad bajo el agua alcanzaba los 30 metros, los peces se peleaban por comerse las algas y conchitas que caían del casco del barco y donde no había más gente que unos pocos afortunados dueños de sus propios veleros. Un lugar ideal para pasar la noche y darle un poco de mantenimiento al barco.